
Cero grados es una buena temperatura: ni frío ni calor. Pero por desventura a esa temperatura es imposible que en el carnaval de estos pagos haya bailarinas exóticas, escuelas de samba, jaguayanas y ese tipo de cosas. No es que no lo intenten, no. Pero hay que reconocer que llevar ropa interior larga bajo el bikini devalúa mucho el efecto.
Así pues no es de extrañar que el carnaval siempre haya ido más por la vertiente reinvindicativa-burlesca que por la erótico-festiva. Satirizar los poderes establecidos amparándose en el anonimato que presta el disfraz y mimetizado entre un ambiente desmadrado ha sido siempre una de las características mas tradicionales de nuestros carnavales. Los políticos (especialmente los locales porque duele más) y el clero han sido desde siempre los cabezas de turco de las chanzas y la chirigota. A pesar de toda la estigmatización que desde los púlpitos se ha hecho sobre esta nefanda costumbre y de los intentos de la autoridad para imponerse (a menudo por la fuerza), el carácter burlesco del carnaval ha pervivido... ¿Cuanto?...¿dos mil años?.
Pero lo que no consiguieron el hisopo ni las porras, lo está consiguiendo lo "políticamente correcto" y el consumismo. No hay que meterse con nadie, no hay que herir suceptiblidades, divirtámonos, pero con orden y concierto : sin molestar a los vecinos. Así es como el carnaval domesticado se convierte en una fiesta más. Un poco mas desmadrada que las otras, pero al fin una excusa para ponerse "siego" y volver a casa a las siete de la madrugada. Vistiendo un poco raro, pero poco más. Ay!, si Baco levantara la cabeza!.
¿Que de qué me disfracé yo?. De Mahoma.
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