
Las fotos se guardaban cuidadosamente en un álbum para que poco a poco se fueran volviendo roñosas y así adquirieran ese aire onírico que caracteriza a las cosas que nunca fueron como las recuerdas. Al cabo de los años te atrevías a enseñar las fotos a un círculo selecto de familiares y amigos. Con suerte nos reíamos mucho.
Con la tecnología actual la fotografía se ha puesto de moda. Todo el mundo tiene una cámara digital o un teléfono móvil Y todo el mundo se ha convertido en el reportero instantáneo. Estás comiendo tranquilamente en el restaurante y ¡zas!, ¡zas!. Te flasean a diestro y siniestro. Vas por la calle y ¡zas! , vas a.... y ¡zas!. No es que sea paranoico, por descontado que sé que esas fotos no van por mí (no todas, al menos) , pero seguro que a estas alturas formo parte del fondo de un montón de ellas. Y si las pegaran en un álbum como se hacía antes tiene un pase, pero no. Las cámaras permiten disparar cientos de fotografías en lugar de las pocas decenas que se podían disparar hace años. Y como todo el mundo las cuelga en interné, pues... ¿qué pasa con mi intimidad y mis derechos de imagen?.
Esto de los álbunes de fotos es que tiene guasa también. Todo el mundo tiene uno. Y todo el mundo quiere que el resto del mundo les diga los buenos fotógrafos que son. Si los que cuelgan fotos en interné colgaran una o dos bien elegidas aún tendrían perdón pero hay quien cuelga las sopotocientas mil fotos que tira al día. Y se empeñan en que los amigos las vean todas!. Y que las comenten!. Joer. Mientras miramos y comentamos las fotos de tu álbum no vemos las mías asi que.. ¿qué esperas?.