7.2.07

Almendros a babor y huelgas de hambre. Tres por el precio de uno.

No voy a aburriros con fotografías como el año pasado, pero estos días están floreciendo de nuevo los madrugadores almendros. El que este año haya sido climáticamente atípico no parece tener que ver con su temprana floración porque algunos años han florecido tan temprano como poco después de Reyes y otros tan tarde como a mediados de Marzo. Es decir, florecen un poco cuando les da la gana pero cuando florecen lo hacen disciplinadamente, como obedeciendo una orden. En riguroso orden primero lo hacen los más cercanos a la costa, luego los de las vegas y valles, por último los del interior. La orden, la noticia o lo que sea se transmite de rama seca en rama seca con la velocidad del viento y en pocos días, donde quiera que mires, el pardo y triste paisaje invernal aparece salpicado por desafiantes copos blancos allí donde haya almendros.

Digo desafiantes y digo bien, porque el invierno está lejos de terminar. Aún pueden venir heladas, vendavales, lluvias y puede que hasta nevadas. Puede que lo mas duro aún esté por llegar pero a los almendros, con sus ramas desnudas de hojas pero cubiertas de flores blancas, no parece importarles. De alguna forma han sabido que ha llegado su momento, que la estación se ha quebrado, que pase lo que pase, al invierno le toca replegarse.

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En un tono menos poético comunico a mi escasa pero muy apreciada audiencia que, con un frío del carajo pero con la mar como una tabla, he hecho las prácticas de navegación pendientes así que, a falta de tener en mi poder los papeles oficialmente sellados y conformados, ya puedo considerarme “patrón”. Pasó el terror a la humillación de confundir barlovento con sotavento, las drizas con las escotas, la baluma con el grátil o los obenques con la cadena del ancla. A la hora de la verdad el monitor no hizo preguntas y el barquito se comportó con docilidad pasmosa, quizás ayudado por un viento que no llegaba ni para apagar una vela y era apenas lo justo para empujarla.

Un patroncete dominguero y verde verde, pero al fin y al cabo lo importante es que me dejen llevar un barquito. Después, ya sabeis: cortando cojones aprenderemos a capar. Me va a gustar esto.
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Los últimos acontecimientos me impulsan –contra mi costumbre- a hablar de política. He visto las penosas imágenes del ex-etarra De Juana Chaos, demacrado en su huelga de hambre, reducido a una condición casi infrahumana. Las imágenes aún habrían sido más impactantes (y equilibradas) de venir acompañadas por las fotografías de las autopsias de las veinticinco personas que asesinó, pero ya son bastante hirientes aún teniendo eso en cuenta. Y el caso es que este hombre está así, entre otras razones, gracias a una chapuza legal que se quiso enmendar con una chapuza judicial. No soy yo quien para decir si habría que soltarle o no (de haber decidido yo en su día, probablemente lo hubiera ahorcado alto y corto y no sería peor aquello que ésto) pero una cosa si sé: cuando los jueces coquetean con la política, la política acaba follándose a los jueces. Y si no al tiempo.
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