24.2.12

El chollo de la Formación


Una nueva “burbuja” se ve venir por el horizonte: la de los cursos de formación profesional. Al hilo de las supuestas carencias formativas de los trabajadores españoles y de los millones de parados, nuestros gobernantes se han vendido a si mismos la formación laboral continuada como la panacea universal que va a solucionar de una vez y para siempre los endémicos problemas de empleo precario y baja productividad de los trabajadores españoles.

Para fomentarla no se ha reparado en gastos. El gobierno Zapatero inyectó miles de millones de euros en subvenciones a la formación continuada. 2200 M€ que maneja anualmente la Fundación Tripartira, más 175M€ para la patronal y los sindicatos, más los muchos millones que aportaron las CA con competencias transferidas. También colabora la UE con cifras que desconozco pero que seguramente son también importantes (en la página de la Comisión Europea los fondos de formación están distribuidos entre las diferentes áreas por lo que es casi imposible seguirles el rastro. Me aburrí, lo siento). Más los que aportan las entidades locales, gremiales, etc. Imposible conocer las cifras exactas, que bien pudieran estar cerca de los 10.000 M€.

Para incitar a la masa trabajadora (o no) a formarse tampoco se ha reparado en propaganda mi en medios de presión. Se ha fomentado artificialmente una intensa demanda bien por el sistema de declarar obligatorios determinados títulos  para el desempeño de determinados puestos de trabajo (imponiendo las “cartillas profesionales”, por ejemplo); bien imponiendo baremos de “méritos” para los ascensos dentro de la administración (se obtienen “puntos” por cada curso tengan o no que ver con el puesto); bien dejando de reconocer los títulos “anticuados” (Proceso de Bolonia). La excusa siempre es pausible: La prevención de riesgos laborales, la excelencia profesional, la equiparación a nivel europeo… pero la presión existe y en consecuencia el que aspire a un puesto de trabajo o quiera conservarlo debe asistir sistemáticamente a nuevos cursos, másters, posgrados etc … y pagar, pagar, pagar. Pagar, sí, porque las subvenciones no lo cubren todo, las empresas sólo pagan lo indispensable y los cursos de cierta calidad no son nada baratos. Una verdadera sangría para los currantes, especialmente mileuristas y parados.

Lo malo es que tanto afán formativo no carece de daños colaterales: la sociedad entera está enfermando de “titulitis” y despreciando la experiencia, que es la única universidad verdadera y más en el campo laboral. Y aquellos que no pueden permitirse seguir el ritmo, sea porque carecen del tiempo necesario, sea porque no pueden pagarse los cursos, corren el riesgo de quedarse marginados para siempre en la carrera por unos puestos de trabajo cada vez más escasos. Porque lo cierto es que la formación no crea puestos de trabajo. Salvo, claro está,  entre los que se dedican a impartirla.

Y luego, claro, este país es como es y semejante lluvia de millones no podía dejar de ofrecer resultados inmediatos aunque tal vez distintos de los esperados. La formación de pronto se ha convertido en un negocio sumamente rentable, un chollo,  y rápidamente proliferan las academias, se multiplican las titulaciones,  los cursos alcanzan precios astronómicos y son de pésima calidad, hace entrada la corrupción … Hay dos formas de incrementar los ingresos: subir los precios de los cursos sin gastar en su calidad o aumentar el número de alumnos. En ambos casos se manipulan datos y cifras sin ninguna vergüenza. Se falsifican firmas y cuestionarios, se inflan costes, se maquilla el temario… La prensa se hace eco de casos de corrupción casi cada semana. Ni la administración, ni los sindicatos, ni las patronales, ni siquiera las universidades se libran de la peste.  

Pero lo peor, lo peor de todo es que la mayor parte de los cursos que se imparten carecen de valor formativo alguno y ni siquiera son necesarios, sólo sirven para cumplir con el trámite y tener algo que poner en el currículum.

¿Puede llamarse formación a un curso de “soldadura al arco eléctrico” con 40 horas de teoría y 8 de prácticas (que son muchas menos porque hay que compartir cuatro equipos entre dieciseis alumnos y entre eso y el “ponte bien y estate quieto” … ). Pues cobran 200 euros a cada alumno, reciben una subvención equivalente y a cambio dan un diploma de “soldador”. Naturalmente los empresarios se pasan este tipo de cursos por el forro de los….

¿Puede llamarse formación a esos cursos de capacitación profesional, donde un imberbe que no sabe para qué lado se aprieta un tornillo, enseña a profesionales con diez o veinte años de experiencia cómo deben trabajar?. Pues cobran 600€ del ala a esos mismos profesionales (subvención aparte) , pero como son obligatorios…

¿Puede llamarse formación a esos “cursos de nivelación”  donde unos señores imparten temarios requetesabidos a  titulados medios y superiores que, de pronto, gracias al “Proceso Bolonia”, se encuentran con que sus años de estudios y experiencia ya no les sirven ni para colgarlos en la pared?. En algunos casos ellos mismos han proporcionado los “nuevos conocimientos” pero deben callar y pagar los 2000€ como mínimo que cuesta “nivelarse”. Ni saber quiero cuánto se ingresa de subvención.

Entre los destinatarios de tanta “formación” empieza a cundir la idea de que les están timando descaradamente. Y a estas alturas el olor de tanto “chollo” empieza a ser excesivo. Ya no es posible tapar con propaganda el hecho de que todo el sistema formativo está enfermo. Cambiado el gobierno y en tiempos de recortes, entre “los de arriba” se habla de retirar o restringir las subvenciones a cursos, de endurecer las exigencias a quienes los imparten… de tirar menos el dinero, en suma.

Pero sin subvenciones los cursos dejarán de ser rentables porque su coste es inasumible por la mayoría de sus presuntos destinatarios. ¿Alguien se imagina a un mileurista parado pagando 1000 o 2000 euros por un curso?.  Si, si el curso es obligatorio y la alternativa es la miseria, pero es mucho mas probable que la “burbuja” reviente.

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En fin, sólo como anécdotas:

Galileo Galileo se llamaba a si mismo matemático y filósofo pero no tenía nungún título que mostrar porque abandonó sus estudios en la Universidad de Pisa. Isaac Newton se graduó en el Trinity College con notas mediocres porque casi no asistía a las clases. Charles Darwin fracasó lamentablemente en sus estudios de medicina y de religión y nunca obtuvo título oficial alguno. Thomas Edison y Nikola Tesla se llamaban a sí mismos ingenieros, pero Edison ni siquera acabó los estudios primarios y Tesla no pasó del segundo semestre de sus estudios en Graz. Pasteur era químico, no médico y ni siquiera obtuvo su doctorado, aunque luego le llovieran los “honoris causa” .

Ningún título sustituye al talento y al esfuerzo.