13.3.09

El ingeniero posmoderno

Independientemente de la especialidad que figure en el título a los ingenieros se nos clasifica jocosamente en cinco categorías básicas: “pisabarros”, “chupatintas”, “pintamonas” “maestrillos” y “funcionatas”. El nombre lo dice todo: Un pisabarros es el que más grita de la obra y el que tiene el coche mas guarro del aparcamiento, el chupatintas pena en las oficinas a causa de las manias de los jefes (los de verdad) pero al menos no tiene necesidad de cambiarse de ropa dos veces al dia, el pintamonas se pasa la vida quemándose los ojos frente al ordenador en algún subsótano de alguna siniestra oficina técnica, el maestrillo se dedica a enseñar lo que nunca aprendió a un montón de ineptos irreverentes (pero le pone figurar algún día como “Catedrático de Tal” ) mientras que el funcionata ha sacado unas oposiciones y espera la jubilación aguantando pacientemente, uno tras otro, a los zopencos que el político de turno le enchufa como jefe de departamento.

Pero desde el punto de vista de la personalidad sólo hay dos tipos de ingenieros: los pisabarros y los chupatintas, distinguiéndose unos de otros a primera vista por detalles tales como las barbas, la palidez de la piel o la resistencia a ultranza al traje y la corbata. Decir que se odian entre sí sería exagerar… pero no mucho.

Yo reconozco que toda mi vida he sido un humilde pisabarros. Me gusta estar al tajo y en el tajo, qué demonios. Para mí un ingeniero que tiene miedo de mancharse las manos -en sentido literal y metafórico- no es un ingeniero, es un puto abogado infiltrado. (Por más que tengo que reconocer que, con la edad, cada vez le tengo más aprecio al climatizador y me cuesta más agacharme bajo las máquinas).

Pero..¡Ay!. Los ingenieros pisabarros somos dinosaurios en vías de extinción. Hoy por hoy la cualificación de un ingeniero no se mide por su liderazgo, su iniciativa, su capacidad de tomar decisiones, su ingenio, sus conocimientos técnicos, etc. Ni siquiera por ser capaz de resolver problemas irresolubles y salir de situaciones imposibles.

La verdadera virtud de un ingeniero posmoderno es su habilidad para maniobrar en la densa y siempre creciente red de normativas, imposiciones legales y procedimientos administrativos que nos definen la forma “correcta” de hacer las cosas. Y los canales son cada vez más estrechos. Y su desempeño se mide por su capacidad para rellenar correctamente los cuestionarios oficiales y tener a mano el papel adecuado en el momento adecuado. Todo lo demás, el liderazgo, la iniciativa y todo eso, son consideraciones secundarias, cuando no deméritos.

3 comentarios:

Assarhaddon dijo...

Ah, pues yo soy un pisabarros natural que ejerce de chupatintas y que va camino de maestrillo. Sí, así de triste.
Recuerdo un curso que hice sobre centros de transformación donde salimos a una práctica para medir tierras (o algo asín). Al final había que recoger todos aquellos cables y picas y demás. El profesor pidió que se quedara alguno para ayudar a recoger.
Los de mi escuela (los que conocía) no esperaron el momento para pirarse. De los ingenieros técnicos sí se quedaron algunos. Sentí tanta vergüenza ajena por los futuros ingenieros de mi escuela...
Tan guays, tan alegres, geniales, inteligentísimos. Pura gentuza trepadora con la que no podrás contar y que nunca se suciará las manos de tierra.

Saludos

Xac Mazo dijo...

Los hay así. Y alguno ha caido en mis garras alguna vez.
Pero no todos los chupatintas son así. El antagonismo entre chupatintas y pisabarros es antes una cuestión de "marcos conceptuales" distintos que "superioridad" de clases. A menos que se lo crean y entonces hay que bajarles los humos lo antes posible, no sea que acaben llegando a mandar.

Nfer dijo...

En Ingeniería en Ciencias Agropecuarias, la división entre "oficinistas del piso 17" y "caminapotreros" existe desde siempre.
En las reuniones de los Colegios, el tema del día pasa a ser un formalismo: el "marco conceptual" de quien está de traje y corbata en un piso de una oficina en Puerto Madero maneja información globalizada, por decirlo de alguna manera.
El "caminapotreros" con dar una palada ya sabe el % de humedad del suelo sin usar humidómetro, o calcula con un cuadrado de un metro de lado cuánto pierde la cosechadora sin necesidad de cálculos que necesitan una laptop con GPS y todos los chisquimisquis.

Esto lo vengo viendo desde hace muchos años (acepto: el posmodernismo tampoco es nuevo), y en Argentina podríamos llamarlo "Unitarismo": Buenos Aires es Argentina, el Federalismo es un lindo cuento contado por historiadores malitos revisionistas.
Las provincias, así, quedan con sus ingenieros caminadores de potreros, hasta que les cae un CEO de traje y corbata a enseñarle cómo usar una sembradora de precisión...con un video.

Coincido en todo con tu expresión:

"Y su desempeño se mide por su capacidad para rellenar correctamente los cuestionarios oficiales y tener a mano el papel adecuado en el momento adecuado. Todo lo demás, el liderazgo, la iniciativa y todo eso, son consideraciones secundarias, cuando no deméritos."

Si de una empresa multinacional se trata, o nacional pero con extensiones por todo el país, ningún joven que tenga condiciones (o que sepa pensar, como quieras decirlo) no pasa la entrevista de RRHH.
Que los que mandan, ni llenan formularios ni pisan potreros. Bien atornillados a sus sillones están, y barren de un ratonazo a los mejores.
Las órdenes son dadas al que obedece. El que puede pensar y resolver problemas, también puede llegar a ser un fiero adversario.