“Todo está prohibido, salvo que se autorice expresamente”. Ésta frase lapidaria nos espetó un alto cargo de Medio Ambiente durante una visita a nuestra cantera y añadió al ver mi cara de perplejidad. “Ya sé que los anglosajones lo interpretan de otra forma pero esa es la esencia del Derecho Romano y eso es lo que rige aquí”. La frase venía a cuento de unas actuaciones que habíamos efectuado sólo por que nos parecía que era lo que debía hacerse: plantación de barreras de árboles, canalizaciones y remansos para evitar la erosión de las aguas y otras cosillas de ese estilo. El buen señor no entraba en lo acertado o no de las medidas: Habíamos cometido el delito de no solicitar la aprobación previa de la Autoridad Competente (oxímoron donde los haya).
No sé si el derecho romano es exactamente eso, pero la cuestión no deja de darme vueltas por la cabeza. Y es que para mí la cosa va mucho mas allá de la anécdota. Tal forma de entender la relación entre la administración y el ciudadano parece ser común a toda Europa y extenderse a todas las actividades ciudadanas. La justificación intelectual es siempre el bien común, llámese la salud pública, la economía, el riesgo, etc. El problema es que bajo tal criterio toda iniciativa personal no sujeta a escrutinio y aprobación del “poder” resulta siempre sospechosa (cuando no abiertamente delictiva).
Y nos parece normal. Pero aceptar este estado de cosas como “normal” implica transferir toda nuestra libertad individual a una élite que definirá su alcance y sus límites con ayuda de unas leyes que por su propia naturaleza aspiran a regular hasta la más ínfima faceta de nuestras vidas. A cambio de tal sacrificio podemos votar a una parte de ellos cada cuatro años o así, y a eso lo llamamos democracia. No sé si el Contrato Social llega a tanto.
Cuando esa sociedad llegue a ser perfecta, nuestro grado de libertad personal real sera probablemente menor que el de un siervo medieval (si no lo es ya). Simplemente tendremos mas cosas ahora, pero no estoy seguro de que tengamos más libertad.
summa lex, summa iniuria
3 comentarios:
nunca me lo había planteado.
Creo que he subestimado el placer de la ignorancia.
En un verdadero estado asirio totalitario sí que estaría todo prohibido de verdad y bien castigado además :0)
El Estado totalitario ideal es el estado-hormiguero, donde cada hormiga hace exactamente lo que debe hacer y nada más. La verdadera diferencia entre el totalitarismo asirio y el democrático es que en el democrático te hacen creer que eres libre.
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