Es un saber común que, a aquellos que vivimos de un sueldo, Hacienda nos tiene bien amarrados y controlados. Quizás por ello el 90% de los curritos nos
limitamos a confirmar el borrador del IRPF que nos elabora la Agencia Tributaria
sin comprobarlo o, todo lo más, verificando que los datos del borrador
coinciden con el certificado de la empresa (el del banco no, porque no hay quien
lo entienda). Damos por hecho que Hacienda no se equivoca nunca.
Pero Hacienda se equivoca. Y mucho. Y muchas veces. A mi me
pasó. Por ello he tenido oportunidad de hablar con un asesor fiscal y resulta que, en su
experiencia, al menos seis de cada diez
borradores son erróneos o están mal cumplimentados y, mira que casualidad, en
la gran mayoría de los casos los errores son a favor de Hacienda. En mi caso
no.
A pesar de todo, esto de los “errores” de Hacienda podría ser tema para hablar sobre la faliblidad humana si no fuera porque para Hacienda cometer errores en los borradores resulta ser
un gran negocio, incluso aunque aparentemente sean en su contra. Hasta tal punto que
sospecho que muchos de esos errores son deliberados.
Casi siempre los errores ocurren porque los datos del
borrador son los que las administraciones, las empresas y los bancos
proporcionan a Hacienda. Y si estos datos están equivocados o no se comunican a
tiempo (cosa que pasa, puedo asegurarlo por experiencia personal), el borrador
estará mal calculado, y si el error es a nuestro favor al aceptarlo habremos
cometido un “delito fiscal” porque en virtud de la Ley del Embudo nosotros somos
los responsables últimos incluso de los errores de Hacienda.
Eso sí, sólo nos reclamarán si del error resulta que les
debemos dinero. Si ocurriera al revés, cosa que sabemos que a veces también
pasa, no he oido que nunca la Agencia
Tributaria cite a nadie para informarle que “Amigo: nos has pagado de más, así que vamos a devolverte una pasta”. Resulta
que no tiene obligación porque, como “responsables últimos”, es a nosotros a
quienes a quienes corresponde reclamar !.
Por otro lado, aunque ellos tienen cinco años para reclamarte, tú
dispondrás de plazos justos, justitos y una vez que firmes (y pagues)
perderás automáticamente todo derecho a reclamar posteriormente aunque después se
descubra que eras tú quien tenía razón y no ellos. De nuevo la Ley del Embudo, artículo 666 “Santa Rita, Rita, lo que se da no se
quita”.
Por si eso fuera poco no te pongas remolón porque tienen
toda una caja de herramientas para apretarte las tuercas. Aparte de exigir que
pruebes tu inocencia, como si fueran la Santa Inquisición, a los contribuyentes
se les coacciona descaradamente para que no reclamen. Se les coacciona y se les
engaña, o al menos se les induce a error.
Un caso nada hipotético: supongamos que en 2012 te abonaron
unos atrasos que te debían de 2011. Cuando llega el momento de declarar confirmas
inocentemente el borrador del 2012 creyendo que los datos que figuran en él son
correctos . Pero resulta que esos atrasos que te pagaron no los incluyeron en
el borrador (¿?). Al cabo de cuatro años y unos meses (a los cinco caduca el
“delito”), la AEAT te comunica que deberías haber hecho una declaración
complementaria por esos atrasos y que les debes, digamos 400€, y te propone un
acuerdo para pagarlos. Para entonces ni siquiera recuerdas aquellos atrasos, no
sabes donde están las nóminas y el banco no puede o no quiere pasarte los
movimientos (no tienen obligación de conservar los datos más de dos años).
Contratar un gestor o un abogado te va a costar casi más de lo que debes y no
te va a librar si realmente lo debes. Así que te resignas, decides no presentar
alegaciones, aceptar el acuerdo y pagar creyendo que así se soluciona el
asunto. Craso error: el calvario sólo ha empezado.
A los pocos días La AEAT te comunica que ya que has
reconocido la deuda, debes pagar también los intereses de demora (¡esto no te
lo dijeron cuando propusieron el acuerdo!) y ademas se te ha abierto expediente
para imponer una posible sanción (¡!)que (aunque no te lo digan) será del 50%
de la cantidad no ingresada. Resultado final: Hacienda va a acabar cobrando
casi 700€ por una deuda original de 400€. Lo dicho: los errores son un buen
negocio.
Todo esto te lo comunican mediante escritos en lenguaje
“oficial” pero de una neutralidad alarmante y con algunas equivocaciones que
llaman la atención. Se ve claramente que las cartas están redactadas “en serie”
mediante un ordenador. Que no eres el único pringao, vamos.
El sesgo a favor de Hacienda en los “errores”, la
proliferación de los mismos y los medios de engaño y coacción que usan me
llevan a pensar que esta forma de actuar es premeditada y tiene la finalidad de mejorar la recaudación explotando la buena fe y el miedo de los pequeños contribuyentes,
por no hablar del santo temor a la Administración, con sus eternas colas, sus
papeleos interminables, sus funcionarios de cara de palo y sus “vuelva usted
mañana”.
Fijaos cual sería el “modus operandi”:
-
Elegir las víctimas. Son victimas obvias aquellos
curritos que suelen confiar en el borrador que proporciona la AEAT.
-
A la primera oportunidad se desliza un error o se
ocultan algunos datos en el borrador. El truco está en que el “error” no sea demasiado
notorio. El pringao no se da cuenta, firma y paga lo que cree de buena fe que
corresponde . O bien acaba de convertirse sin saberlo en primo (Si el error es
a favor de Hacienda) o acaba de
convertirse sin saberlo en un defraudador fiscal (si el error es a favor del
contribuyente).
-
En el segundo caso se dejan pasar cuatro años y unos
meses, justo antes de que finalize el plazo de prescripción y se encañona al
pringao por sorpresa, cuando ya ni se acuerda de nada de lo que ocurrió el año
de autos. Se le da un apretado tiempo de plazo y se le propone generosamente llegar
a un acuerdo sobre la cantidad adeudada. Como la cantidad no es grande el
pringao casi siempre aceptará, por temor a que le salga más caro protestar que
pagar. Además él es un honrado contribuyente, qué van a decir los vecinos.
-
El muy tonto ha reconocido la deuda!: Ahora es el
momento de informarle de que además tiene que pagar los intereses de demora
(superiores a los del mercado y durante cuatro años, no lo olvidemos) y de que
se le va a sancionar. Ahora la trucha querrá colear pero ya es demasiado tarde
porque el “acuerdo” incluía la renuncia a cualquier reclamación posterior. Si
realmente se empeña en hacerlo tendrá que recurrir a juicios y abogados. Resultado: finalmente
acabará pagando cerca del doble del importe del “error” original.
-
Apliquese el mismo procedimiento a decenas de miles de
curritos.
Se te miente o se te induce a error para que “defraudes”, hacen como que te pillan, te persuaden a
declararte “culpable” y luego te coaccionan
para que acabes pagando el doble. Estaríamos hablando de millones de
euros recaudados por medios quizás legales pero muy poco éticos (si es que es
un procedimiento deliberado, pero si no lo es , lo parece). Si el borrador solo sirve para despistar mientras nos roban la cartera, vale más volver a la época en que hacías la
declaración con calculadora y bolígrafo.
XM
P.S. : Y luego está
lo de las multas. Joer. Darle a un
ayuntamiento el poder de cobrar las multas a través de Hacienda es como
regalarle a Chucky un revólver
cargado. Algunos ayuntamientos ya ni se molestan en darte la “papeleta”. Se la
pasan directamente a Hacienda y a
tí Hacienda ni te dice porqué ni te dice
quién te ha hecho el cargo.
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