Leido en la prensa:
El próximo martes la Generalitat de Catalunya estudiará (y nadie duda que se aprobará) la creación del Institut Català de Paleontologia Humana i Evolució social. Con sede en Tarragona tendrá como objetivos incorporar las "nuevas visiones" que aporta la suma de disciplinas como biología, botánica (no era parte de la biología?), geología, arqueología y antropología social. En concreto estudiará los distintos mecanismos de adaptación del ser humano a entornos cambiantes, considernado que las ciencias sociales también forman parte de la base de la evolución (sic).
En total: 100.000 euros recibirá el instituto para primeros gastos, seguidos por 1,74 millones a lo largo del trienio 2005-2008. Su primer presidente será Edouard Carbonell, el codirector de las excavaciones de Atapuerca. Yo no sé a vosotros, pero a mi me parece que la campaña mediática nacional-arqueológica montada alrededor del descubrimiento del Pierolapithecus catalaunicus pocos dias antes de esta votación, ha sido muy oportuna. Gracias a ella todos los catalanes están ahora interesados en la arqueología y la paleontología, hasta los políticos. ¿Por casualidad o causalidad?.
Sea casualidad o no, felicidades (si finalmente lo aprueban). Pero no deja de producir cierto estupor oir a un reconocido científico en prensa radio y televisón vocear disparates sobre "baules perdudes" (eslabones perdidos) y "ancestres comuns". En comparación sus comentarios en la prensa extranjera son mucho mas comedidos. ¿Era necesario llegar a esto?. Paleo opina que en este pais de palurdos es muy probable que sí y creo que estoy de acuerdo con él.
Xac
19.11.04
Un caballo llamado desastre
Leo en el blog de Lola cómo ella y su pareja sobreviven a un apagón nada menos que en la Ciudad Luz y ella (en el fondo creo que con cierta alegría vengativa) comenta que, al parecer ese tipo de cosas no solo pasan en nuestra atrasada España. Contesto brevemente y medio en broma que lo milagroso es que las cosas funcionen, no que fallen. Como si un dios menor jugase con las probabilidades al día siguiente cae en mis manos un artículo donde el autor mas o menos viene a decir lo mismo. También medio en broma comenta su asombro cada mañana a ver que el coche arranca a la primera, los semáforos funcionan, el metro llega a su hora y que cuando pide un cortado a voces en una cafetería atestada le sirvan un cortado caliente y no un capuchino frío. Acaba diciendo él, que cuando piensas en la ingente cantidad de elementos que intervienen en cada una de estas sencillas operaciones y las probabilidades de que cualquiera de ellos falle... pues bueno, eso: que lo verdaderamente maravilloso es que las cosas funcionen.
Y es verdad: si piensas un poco en el asunto es casi imposible que nuestra sociedad funcione y no sólo por su increíble complejidad. Tomemos por ejemplo un paradigma de funcionamiento serio y responsable. Un Banco. Sí, ese donde cada pocos días acudimos al cajero a sacar dinerito fresco y al cual confiamos el pago de nuestras facturas, el cobro de nuestras nóminas y con el que tenemos a medias nuestra casa.
¿Cómo ganan dinero los bancos?. Pues especulando con nuestro dinero, eso lo saben todos. Tú le dejas manejar tu dinero y el banco echa sus cuentas: tengo depositados digamos mil millones que no son míos pero sé que la gente no va a pedir que se los devuelva todos a la vez, así que mientras no me los piden los invierto en tales y tales acciones y el beneficio me lo quedo. El secreto está en disponer de liquidez suficiente para hacer frente a las devoluciones y a los pagos comunes, pero si hubiese algún problema puedo pedir un crédito a otro banco. Para maximizar los beneficios el banco debe disponer del máximo de dinero invertido y juega en el límite del riesgo y a veces lo rebasa... a menudo debe pagar mas que el dinero que tiene y es cuando la nómina se nos atrasa misteriosamente dos días (100.000 nóminas dos días es muchísimo dinero “volando”) y hay curiosos traspapeleos con las transferencias. A pesar de que hay leyes acerca de eso todas las entidades bancarias viven siempre en la cuerda floja. Al igual que las familias que son sus mejores clientes, empeñadas en hipotecas de 30 años y que solo pueden llegar a final de mes a base de exprimir las tarjetas de crédito que nos son ofrecidas alegremente por las mismas entidades a las que adeudamos el dinero.
Y si los bancos hacen eso... ¿Qué decir de las compañías eléctricas?. Contratan mas potencia de la que disponen o pueden producir porque saben que rara vez todos van a gastar el máximo al mismo tiempo. Pero nosotros contratamos seis y luego añadimos un microondas, la secadora, el aire acondicionado... Ellos no pueden cambiar los viejos transformadores y líneas porque no pueden dejar sin corriente a miles de abonados y tampoco quieren porque son gastos a deducir y están empeñados hasta las cejas. Nosotros sólo queremos que las cosas funcionen, pero yo mismo tengo nueve tomas de corriente activas bajo la mesa de este mismo ordenador. ¿Os acordais de Alf, aquel extraterrestre peluche?. Su planeta natal, Melmak (creo) explotó el día en que todos sus habitantes decidieron encender todos los electrodomésticos al mismo tiempo sólo “por ver qué pasaba”. ¡Qué tontos!, pensamos....A nosotros puede pasarnos lo mismo en cualquier momento y ni siquiera podremos decir luego que lo hicimos por diversión.
¿Y el tráfico en la ciudad?. Siempre al borde del colapso. Colapso que siempre está a punto de ocurrir y no sucede. Ayer mismo me descubrí a mi mismo conduciendo a 120 km por hora en una autopista de cuatro carriles atestada. Atestada de verdad. Menos de tres metros entre coche y coche y no puedes reducir ni acelerar ni cambiar de carril porque todos vamos a la misma velocidad ocupando todo el espacio disponible. Cuando te pones a pensar en qué pasaría si a la chatarra furgoneta esa que va delante le da por reventar la rueda trasera....
Y lo mismo con todo: los trenes, el agua, los basureros, los aviones, internet, las empresas.... todos, absolutamente todos vivimos cabalgando el desastre, un desastre que puede ocurrir en cualquier momento, ya mismo!... pero que, milagrosamente, nunca sucede. Pero nos quejamos de lo mal que funciona el país si no se ve bien la televisión o si se nos cuelga el güindous.
Un dia querremos encender la luz por la mañana y no funcionará. Y respiraremos aliviados cuando nos demos cuenta de que sólo se trata de una bombilla fundida. Estas babayaes se me ocurren por la medicación contra la gripe, seguro.
Y es verdad: si piensas un poco en el asunto es casi imposible que nuestra sociedad funcione y no sólo por su increíble complejidad. Tomemos por ejemplo un paradigma de funcionamiento serio y responsable. Un Banco. Sí, ese donde cada pocos días acudimos al cajero a sacar dinerito fresco y al cual confiamos el pago de nuestras facturas, el cobro de nuestras nóminas y con el que tenemos a medias nuestra casa.
¿Cómo ganan dinero los bancos?. Pues especulando con nuestro dinero, eso lo saben todos. Tú le dejas manejar tu dinero y el banco echa sus cuentas: tengo depositados digamos mil millones que no son míos pero sé que la gente no va a pedir que se los devuelva todos a la vez, así que mientras no me los piden los invierto en tales y tales acciones y el beneficio me lo quedo. El secreto está en disponer de liquidez suficiente para hacer frente a las devoluciones y a los pagos comunes, pero si hubiese algún problema puedo pedir un crédito a otro banco. Para maximizar los beneficios el banco debe disponer del máximo de dinero invertido y juega en el límite del riesgo y a veces lo rebasa... a menudo debe pagar mas que el dinero que tiene y es cuando la nómina se nos atrasa misteriosamente dos días (100.000 nóminas dos días es muchísimo dinero “volando”) y hay curiosos traspapeleos con las transferencias. A pesar de que hay leyes acerca de eso todas las entidades bancarias viven siempre en la cuerda floja. Al igual que las familias que son sus mejores clientes, empeñadas en hipotecas de 30 años y que solo pueden llegar a final de mes a base de exprimir las tarjetas de crédito que nos son ofrecidas alegremente por las mismas entidades a las que adeudamos el dinero.
Y si los bancos hacen eso... ¿Qué decir de las compañías eléctricas?. Contratan mas potencia de la que disponen o pueden producir porque saben que rara vez todos van a gastar el máximo al mismo tiempo. Pero nosotros contratamos seis y luego añadimos un microondas, la secadora, el aire acondicionado... Ellos no pueden cambiar los viejos transformadores y líneas porque no pueden dejar sin corriente a miles de abonados y tampoco quieren porque son gastos a deducir y están empeñados hasta las cejas. Nosotros sólo queremos que las cosas funcionen, pero yo mismo tengo nueve tomas de corriente activas bajo la mesa de este mismo ordenador. ¿Os acordais de Alf, aquel extraterrestre peluche?. Su planeta natal, Melmak (creo) explotó el día en que todos sus habitantes decidieron encender todos los electrodomésticos al mismo tiempo sólo “por ver qué pasaba”. ¡Qué tontos!, pensamos....A nosotros puede pasarnos lo mismo en cualquier momento y ni siquiera podremos decir luego que lo hicimos por diversión.
¿Y el tráfico en la ciudad?. Siempre al borde del colapso. Colapso que siempre está a punto de ocurrir y no sucede. Ayer mismo me descubrí a mi mismo conduciendo a 120 km por hora en una autopista de cuatro carriles atestada. Atestada de verdad. Menos de tres metros entre coche y coche y no puedes reducir ni acelerar ni cambiar de carril porque todos vamos a la misma velocidad ocupando todo el espacio disponible. Cuando te pones a pensar en qué pasaría si a la chatarra furgoneta esa que va delante le da por reventar la rueda trasera....
Y lo mismo con todo: los trenes, el agua, los basureros, los aviones, internet, las empresas.... todos, absolutamente todos vivimos cabalgando el desastre, un desastre que puede ocurrir en cualquier momento, ya mismo!... pero que, milagrosamente, nunca sucede. Pero nos quejamos de lo mal que funciona el país si no se ve bien la televisión o si se nos cuelga el güindous.
Un dia querremos encender la luz por la mañana y no funcionará. Y respiraremos aliviados cuando nos demos cuenta de que sólo se trata de una bombilla fundida. Estas babayaes se me ocurren por la medicación contra la gripe, seguro.
Soy minerooo
Una pala trabajando que repentinamente nota un bache, el suelo que se abre y aparece una sima cárstica . Había un hermoso conjunto de estalactitas y estalagmitas, y he estado intentando subir las fotografías sin conseguirlo. Desde arriba parecía un pozo sin fondo pero la verdad es que como sima no era gran cosa, a apenas diez metros se vuelve demasiado estrecha para seguir bajando y está casi obturada con los escombros caídos. Bastante peligroso en cualquier caso.
De vez en cuando encontramos cuevas y simas como ésta. A veces mucho mayores, aunque no suelen conservarse tan bien las estalactitas. Los explosivos no suelen ser compasivos con esas frágiles estructuras de calcita.
Lo que me recuerda una anécdota de mis comienzos como encargadillo-ayudante en las minas de carbón a cielo abierto. Cierto día, a un bulldozer CAT D9H literalmente se lo tragó la tierra ante mis ojos. Como lo leéis. La enorme máquina estaba trabajando descubriendo el techo de la capa de carbón cuando se hundió de morro y desapareció como un barco que se hunde. Corrí hacia allí y pude ver que se había hundido unos cuantos metros en una depresión rectangular en la que encajaba casi exactamente. Sólo se veía el techo de la cabina que parecía estar intacta, aunque encajada en la roca como unos zapatos en su caja, de tal forma que al operario le era imposible abrir las puertas para salir. Nos costó mucho tiempo, trabajo y el uso de varias máquinas sacar al bulldozer de allí (el operario no quiso esperar: quebró el cristal trasero y salió trepando como un mono por el ripper).
No se trataba de una cueva natural. Delante de la cuchilla de la máquina “sumergida” se abría la galería de una vieja mina de carbón sostenida apenas por mampostas casi podridas. Tan vieja que los railes de las vagonetas eran de madera y la iluminación la hacían con candiles de aceite (aun conservo uno de ellos). Unos metros mas allá encontramos también los restos de una vagoneta (también de madera), un zapapico y una madreña (una madreña es una especie de zueco). Al minero no le encontramos aunque tampoco no atrevimos a ir mas allá.
La explotación fantasma debía tener al menos cien años, no estaba en los mapas ni constaba en ningún registro. Si alguna vez figuró, su rastro se había perdido hacía décadas. Pero aquellos desconocidos mineros habían hecho un buen trabajo para desesperación de los empresarios y de la dirección de la mina. No se habían limitado a extraer el carbón: habían pasado la escoba. Miles de toneladas de carbón que se suponía deberían estar allí ya no estaban. Un fuerte golpe económico que, entre otras cosas motivó una reducción de personal que acabó conmigo en la cola del paro. Corría el año 1980.
De vez en cuando encontramos cuevas y simas como ésta. A veces mucho mayores, aunque no suelen conservarse tan bien las estalactitas. Los explosivos no suelen ser compasivos con esas frágiles estructuras de calcita.
Lo que me recuerda una anécdota de mis comienzos como encargadillo-ayudante en las minas de carbón a cielo abierto. Cierto día, a un bulldozer CAT D9H literalmente se lo tragó la tierra ante mis ojos. Como lo leéis. La enorme máquina estaba trabajando descubriendo el techo de la capa de carbón cuando se hundió de morro y desapareció como un barco que se hunde. Corrí hacia allí y pude ver que se había hundido unos cuantos metros en una depresión rectangular en la que encajaba casi exactamente. Sólo se veía el techo de la cabina que parecía estar intacta, aunque encajada en la roca como unos zapatos en su caja, de tal forma que al operario le era imposible abrir las puertas para salir. Nos costó mucho tiempo, trabajo y el uso de varias máquinas sacar al bulldozer de allí (el operario no quiso esperar: quebró el cristal trasero y salió trepando como un mono por el ripper).
No se trataba de una cueva natural. Delante de la cuchilla de la máquina “sumergida” se abría la galería de una vieja mina de carbón sostenida apenas por mampostas casi podridas. Tan vieja que los railes de las vagonetas eran de madera y la iluminación la hacían con candiles de aceite (aun conservo uno de ellos). Unos metros mas allá encontramos también los restos de una vagoneta (también de madera), un zapapico y una madreña (una madreña es una especie de zueco). Al minero no le encontramos aunque tampoco no atrevimos a ir mas allá.
La explotación fantasma debía tener al menos cien años, no estaba en los mapas ni constaba en ningún registro. Si alguna vez figuró, su rastro se había perdido hacía décadas. Pero aquellos desconocidos mineros habían hecho un buen trabajo para desesperación de los empresarios y de la dirección de la mina. No se habían limitado a extraer el carbón: habían pasado la escoba. Miles de toneladas de carbón que se suponía deberían estar allí ya no estaban. Un fuerte golpe económico que, entre otras cosas motivó una reducción de personal que acabó conmigo en la cola del paro. Corría el año 1980.
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