24.9.05

Cada cosa en su sitio

Quería, necesitaba, escribir algo para el blog pero es imposible. No se me ocurre nada. El trabajo no me deja mucho sitio para hacer mucho más, hasta tengo pesadillas con él últimamente. Sueño con cuestionarios, planos, cálculos, informes y, lo peor, con discusiones interminales que sólo son un poquito mas surrealistas que las que tengo estando despierto, hasta el punto que ya no sé si sueño mis vivencias o vivo mis pesadillas. Se me pasará, espero.

Hasta entonces, como no se me ocurre nada ingenioso que escribir, os contaré un chiste que me han contado hoy. Pelín guarro lo es y no muy bueno, pero me he reido hasta caerme de la silla.

Érase que se era un ejecutivo pijo que se lleva a su novieta a cenar a un famoso restaurante de moda. De primer plato él pide unos "fideos a la cazadora con islas de judias verdes, pequeños tropiezos de alcachofa y aromas de albahaca y romero de la sierra" (cuanto más largo el nombre mas caro el plato, y lo escribiría en francés si no me diera la risa). Ella pide otra cosa pero no hace al caso. Apenas se ha zampado tres cucharadas el jecutivo, cuando nota algo en los labios y descubre horrorizado que se trata de un pelo de vello púbico.

- Pero...¿Qué mierda es ésta?. Camareroooo!!!!!!!

Ya os podeis imaginar el resto. En medio de la estupefacción de los presentes (el restaurante estaba lleno) el menda se pone en plan energúmeno y a grandes voces llama pocilga al restaurante, cochino al cocinero, trata de guarro y ladrón al mêtre, insulta al dueño, tira al suelo una silla, el plato y dos copas; y finalmente se lleva a la chica y se va dando un portazo tal que raja de arriba abajo la luna de la puerta, no sin amenazar antes con denunciarles y con poner una demanda, que se van a enterar éstos de quién soy yo.

Con mucho mimo y no poca diplomacia la moza consigue calmar al irritado caballero y llevárselo a cenar en un burguer y, como tras la la tempestad siempre llega la calma, de unas cosas pasan a otras, de la cena al baile y acaban la velada bien encamados en un hotel cercano.

Tras la sesión de deporte aeróbico ambos dos están fumándose el cigarrillo post-coitum (jo) cuando, mimosa ella, le dice:

-¡Hay que ver, Manolo!. La bronca que has liado por comerte un pelo y lo poco que te ha importado hace un momento.
- Oye cielo: Si llego a encontrar ahí un fideo te monto una bronca igual. ¡A ver, si no!.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues tiene gracia, nos tan malo.
Saludos

Unknown dijo...

Que tiene gracia, hombre, *mutatis mutandis* yo también podría armar una buena en situación similar (detalles no porfa)
Por otro lado, me asombra que reconozcas lo que aquí ningún macho argentino de pelo en pecho haría (ni hace) salvo que sea poeta o border similar: reconocer que sueñan.
El soñar es para los locos, los niños o las mujeres.
(o los adivinos/as, por eso de presagiar el futuro).
Que un hombre comente que soñó con su trabajo, o con ...cosa alguna, es colgarse un cartelito de "raro".
Sé que los hombres sueñan, y le he preguntado a la mañana siguiente "¿qué has soñado anoche?".
Por respuesta tuve siempre: "¿soñar? nada, dormí perfectamente".
Misterios...

BioMaxi dijo...

JOJOJOJOJOJOJo